domingo, enero 22, 2012

AUTORRETRATO: REFLÉJATE A TI MISMO

Rafael Argullol

«Conócete a ti mismo»: una vieja máxima cuyo prestigio ha perdurado, intacto, a través de los siglos. Nadie se atrevería a dudar de que ésta es, o debería ser, una de las mayores metas del hombre, si no la mayor, y así lo han recogido los sucesivos pensamientos filosóficos.  Incluso cuando modernamente algunas han invertido la fórmula no han dejado, en el fondo, de corroborarla: «huye de ti mismo» es otra forma de expresar el deseo de conocerse. Nadie, sin embargo, ha defendido que la sabiduría pudiera alcanzarse a través de lo que se insinúa en una frase como «refléjate a ti mismo». Conocerse y reflejarse parecen soportarse mal mutuamente, con rumbos que marchan en direcciones opuestas, uno hacia el interior y el otro hacia el exterior. ¿Pueden realmente conciliarse ambos impulsos?

DESCARTES: "DISTINGUIR LO VERDADERO DE LO FALSO"

Ciertamente, Descartes no es el primero en elaborar una teoría del juicio, operación muy importante del pensamiento. Sí es el primero en inaugurar este análisis mediante un acto de ruptura, que yo pongo en relación con mi terna de la diferencia entre el tratamiento léxico y el propiamente filosófico de las nociones comunes a los dos registros. De esta ruptura, Descartes da, en la primera parte del Discurso del método[1], una versión biográfica en el marco de lo que llama la "fábula" de sus años de aprendizaje; luego nos da una versión epistemológica en la segunda parte, en conexión con la idea misma de método. La primera versión nos importa en la medida en que narra de qué modo se hizo la ruptura con una educación intelectual marcada por la memoria y la literatura; recurre a los mismos recursos lingüísticos que el lexicógrafo, no sólo en sus citas referenciadas sino también en el cuerpo de sus definiciones. "Desde mi niñez -dice Descartes- fui criado en el estudio de las letras y, como me persuadían de que por medio de ellas se podía adquirir un conocimiento claro y seguro de cuanto es útil para la vida, sentía un vivísimo deseo de aprenderlas" (Descartes, Discours de la méthode, Oeuvres philosophiques, t. 1, p. 571). Y también: "Pues conversar con gente de otras épocas es casi lo mismo que viajar" (op. cit., p. 573).

VERDADES, FICCIONES Y DUDAS RAZONABLES


INTRODUCCIÓN

"La verdad existe. Sólo se inventa la mentira." George Braque, Pensées sur l'art



"Cree  sólo en esta verdad: 'Todo  es mentira."' Humoradas, LXXXI





Decía Paul Valery que en el inicio de toda teoría hay siempre elementos autobiográficos. Confieso compartir este sabio precepto; lo que pueda decir sobre la fotografía, de cualquier  época y de cualquier tendencia,  viene marcado por  mi propia práctica creativa. Las ideas que expongo  a continuación, por  lo tanto,  no constituyen tanto propuestas teóricas como la expresión de poéticas personales, textos de artista, a veces encaminados a justificar la propia obra. Pero de un artista, añadiría, curioso de todo y amante de una reflexión no exenta de toques de ironía.

Los creadores  acostumbramos a ser monotemáticos. Lo podemos  disfrazar con envoltorios de distintos colores, pero en el fondo no hacemos sino dar vueltas obsesivamente a una misma cuestión. Para esta cuestión gira alrededor de la ambigüedad intersticial entre la realidad y la ficción, o alrededor del debate sobre situaciones perceptivas especiales como en el caso del trompe-l'oeil, o, sobre nuevas categorías del pensamiento y la sensibilidad como el vrai-faux... Pero· por encima de todo  mi tema neurálgico es el de la verdad: adequatio intellectus et rei.

VERISMO Y FOTOGRAFÍA

LEONARDO SCIASCIA

Todavía no se pone de acuerdo el siglo que termina en relación a la fotografía.  Detractores y apologistas se ubican en campos antípodas, pero a unos y a otros se les podría tomar una foto. Si se duda de que sea un arte, con nombrar a Cartier-Bresson o a Nadar -para no hacer largo el listado- la cosa quedaría concluida.

Acá recobramos este texto de Leonardo Sciascia, el formidable escritor siciliano, donde hace un retrato de la fotografía, recordando teorías de Barthes como nosotros recordamos las de Susan Sontag.  Sciascia se dedicó a la pedagogía hasta que lo visitó la lengua de Paracleto y decidió darse a la literatura.  Claro en sus arremetidas contra el poder y las instituciones, dejó obras como La bruja y el capitán. Puertas abiertas o Los tíos de Sicilia.